martes, 24 de mayo de 2011

LA POBREZA EMPOBRECE.






La pobreza crónica implica un círculo difícil de romper, y en el que los niños y niñas se ven especialmente afectados, ya no solamente por la pobreza, sino por su vulnerabilidad al no disponer de adecuados mecanismos adaptativos para la misma. Diversos estudios señalan que el estrés asociado a la pobreza golpea doblemente a los niños menores de seis años; estos menores pobres serán doblemente castigados, por el estrés de la pobreza de su familia y por el especial impacto en su desarrollo emocional y afectivo (Wadsworth et al., 2008).



Hemos hecho un seguimiento de la interesante tesis que ha hecho Mª José Lera desde el departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla, y a continuación destacamos parte de las conclusiones de su estudio:



Las condiciones de crecimiento afectadas de miseria caben hacer pensar lo ineludible de un efecto negativo en cadena que mantenga alimentadas impotencia, nivel de estrés y depresión.




Los aspectos personales de niños y niñas sometidos a pobreza crónica que pueden ser de ayuda para salir de esta situación, están afectados negativamente, tanto a nivel lingüístico (capacidades cognitivas) como social, (redes de apoyo, actividades de ocio y tiempo libre); además, son más vulnerables especialmente en los aspectos más importantes para la resiliencia (creatividad, extroversión, inteligencia), afectando desde la infancia en el desarrollo de las competencias más necesarias para poder superar las adversidades.



La falta de la seguridad de la casa y el entorno, las sensaciones de afecto, la cercanía, y la presencia de un adulto que los cuida además del nulo apoyo social o externo que incluyen las redes a las que pertenecen como son la familia extensa, la escuela, la iglesia, vecinos, club, u otras asociaciones que les permiten tener más posibilidades de relaciones y apoyo componen el escenario grotesco de la futura incapacitación para tener una vida autónoma en una cultura inclusiva.



Sin olvidar la permanencia de esos episodios, al parecer, hay quienes han establecido una vida normalizada a pesar de los factores de riesgo; se les llamó resilientes y compartían tener un autoconcepto más positivo, más sociabilidad y apoyo social fuera de la familia (Werner, 1992).






Asumiendo que no podemos cambiar las condiciones familiares ni sociales, la intervención más rápida posible con los aspectos personales más relacionados con la resiliencia: fomento de la creatividad, la expresión, la extroversión, el humor, la esperanza, la autoestima, la confianza...; variables personales que les ayudarán a superar estas situaciones tan adversas en las que tienen que sobrevivir, y que son precisamente las que tienen más afectadas. La demora en esta intervención aumentará los efectos negativos, por lo que la urgencia en la misma es lo más relevante para evitar efectos irreversibles por acumulativos.




El objetivo por tanto, de esta llamada, es reforzar el empeño por formarnos como educadoras que fomenten la seguridad, la creatividad, y la autoestima de las personas con graves carencias.

LAS REFERENCIAS A AUTORES TIENEN SU RESEÑA EN LA BIBLIOGRAFÍA APORTADA EN LA TESIS QUE GLOSAMOS EN ESTA ENTRADA.






1 comentario:

  1. Hola María,dos cuestiones sobre tu post.
    No veo ningún enlace a otras páginas y son necesarios.
    Además, has puesto dos citas de dos autores pero no pones de qué libros o artículos están recogidos.
    Y una pregunta: ¿es resto es aportación personal?

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